lunes, 9 de junio de 2014


 SÁBADO 7 DE JUNIO DE 2014, VISITA AL SANTUARIO NUESTRA SEÑORA SANTIFICADORA.






 EL SANTUARIO DE NUESTRA MADRE SANTIFICADORA ES UN LUGAR SANTO DONDE DEBES ESTAR EN COMPLETO SILENCIO Y ORACIÓN, NO ES UN SITIO PARA COMER .




SANTUARIO DE NUESTRA SANTA MADRE SANTIFICADORA UN CIELO ABIERTO DE BENDICIÓN.






HAZ EL VIACRUCIS , CAMINO DE LA CRUZ , REFLEXIONANDO SOBRE LA PASIÓN Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

viernes, 6 de junio de 2014




ORACIÓN A LA LLAGA DEL HOMBRO DE JESÚS 

 San Bernardo le preguntó al Divino Salvador, cuál fue Su dolor en la Pasión más desconocido por los hombres. Jesús le respondió: Tenía una llaga profundísima en el hombro sobre el cual cargue mí pesada cruz; esa llaga era la más dolorosa de todas. Los hombres no la conocen. Honrad pues esta llaga y haré todo lo que por ella pidas...

 ORACIÓN
Oh amado Jesús, manso Cordero de Dios, a pesar de ser yo una criatura miserable y pecadora, te adoro y venero la llaga causada por el peso de vuestra cruz que abriendo vuestras carnes desnudo los huesos de vuestro hombro sagrado y de la cual vuestra Madre Dolorosa tanto se compadeció. También yo, oh carísimo Jesús, me compadezco de Vos y desde el fondo de mi corazón te glorifico y te agradezco por esta llaga dolorosa de vuestro hombro en la que quisiste cargar vuestra cruz por mi salvación. Ah! por los sufrimientos que padeciste y que aumentaron el enorme peso de vuestra cruz, ruégote con mucha humildad, ten piedad de mi pobre criatura pecadora, perdonad mis pecados y conducidme al cielo por el camino de la cruz. Se rezan siete Ave María y se agrega: Madre santísima imprime en mi corazón las llagas de Jesucristo crucificado... (Indulgencia de 300 días) Oh dulcísimo Jesús, no seas mi juez sino mi salvador... (Indulgencia de 100 días)



jueves, 5 de junio de 2014



Novena a María Santificadora Aprobada por Monseñor Alfonso Uribe Jara millo, Obispo de la Diócesis de Sonsón – Río negro (1982)



Oración para todos los días:
Esposa del Espíritu Santo, que recibiste la corona que Dios Padre te había preparado desde la eternidad, y reinas con tu Divino Hijo Jesús, queremos venerar tu memoria y agradecerte el oficio que te ha encomendado el Señor de acercar las almas a Jesús, como Santificadora de la humanidad. Tú quieres con tus mensajes, acabar nuestra vida de pecado. No apartes de nosotros tus ojos misericordiosos, ni de todos los que por la sangre o la amistad están ligados a nuestra vida. Líbranos del mal por la sangre de Jesús, haz que participemos de su cruz y vivamos los sacramentos. Que llevemos una vida santa por la guarda de los mandamientos. Por último, queremos tenerte a nuestro lado a la hora de nuestra muerte con tu esposo San José y tu Divino Hijo y Redentor nuestro.
Amén.
María Santificadora, Ruega por nosotros y Santifícanos.

Día primero:

Virgen María, hija predilecta del Padre, tú, que creíste en el mensaje del Señor, y por la fe dijiste Si al plan del Altísimo, alcánzame una fe grande en los designios que la Providencia tiene sobre mí y la aceptación de cuanto me exige. Por el bautismo se me ha dado una nueva vida: La vida divina. Haz que esta vida sobrenatural, por mi cooperación a la gracia, de abundantes frutos. Señora, ¡que grande fue tu fe al recibir en tus brazos un niño desvalido y le reconociste por tu Dios! Le buscaste llena de angustia cuando a los 12 años se perdió de tu presencia tres días y, al hallarlo, creíste y adoraste, sin comprender los designios del Padre, meditándolos en tu corazón. En la vía dolorosa y en la Cruz, tu fe era la única luz que alumbró, al pie de tu Hijo, al oscurecerse el sol, el Viernes Santo. María Santificadora, Ruega por nosotros y Santifícanos.

Día Segundo:
María, ser privilegiado y llena de gracias del Señor, conocía y meditaba desde niña, al servicio del Templo, la palabra de Dios en las Escrituras y esperaba ya próxima la venida del Mesías Redentor, llena de ansiedad y de gozo. Dicha espera la hacía meditar y saborear las maravillas anunciadas en serena oración. Un día, su humilde aposento se llena de luz. Gabriel, el Ángel mensajero de Dios, la saluda: Dios te salve, María, llena de gracia”. Ante la extrañeza de la Virgen, el Ángel le explica que es la Elegida del Señor y dará a luz a Emmanuel, Dios con nosotros, a quien llamará Jesús. Ella, ante la grandeza de le elección y sabiendo que su virginidad quedaba a cubierto por la sombra del Altísimo, exclama: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Toda su vida estuvo llena de esperanza y, de modo especial, los meses de expectativa para verlo y estrecharlo contra su corazón. Desde el anuncio de Simeón al presentar al niño en el templo, su corazón también esperaba con angustia la realización dolora de la Redención, hasta verla coronada en el Calvario, y Ella anegada en un mar de dolor. Ya resucitado el que era su vida y su amor, y subido al Cielo, empieza en Ella esa esperanza viva de unirse para siempre a Cristo, corona inmortal, inmaculada, inmarcesible. María madre de la Esperanza, aunque nuestros pecados nos agobian, haz nacer el deseo y la esperanza de que, por la gracia de tu Hijo, viviremos contigo la eterna contemplación de la Divina Trinidad. Amén. María Santificadora, Ruega por nosotros y Santifícanos.

Día tercero:
Espíritu Santo, Amor eterno del Padre y del Hijo, enséñame algo del amor con que encendiste el alma de María para ser su esposa y Madre de Jesús. La Anunciación del Ángel a Nuestra Señora, la exquisita solicitud de María por visitar y servir a su prima Isabel, y el inspirado himno de alabanza al Todo Poderoso en el Magníficat; el gozo inefable al nacer el Niño Dios en el establo de Belén, son las manifestaciones externas del fuego ardiente de su amor, lo mismo que el gozo en la difícil obediencia cuando la huída a Egipto. El hallazgo del niño en el templo y toda su vida de oración y de entrega a Nazaret. Su presencia real pero oculta durante la vida pública de Jesús, encerrada entre dos paréntesis que nos narra el Evangelio las bodas de Caná y su permanencia al pie de la Cruz, son el índice de su inigualable fidelidad a su divina misión y del amor soberano que solo puede dar su corazón. ¡Oh María: Alcánzame la gracia de amar a Jesús como tú, con obras más que con palabras, ayudando a mis hermanos y viviendo con paz mi cruz, único camino para poder llegar a la patria celestial! Amén. María Santificadora, Ruega por nosotros y Santifícanos 

Día cuarto: Una sola es la causa del mal, del dolor, del sufrimiento, de la muerte: El orgullo, cuyas manifestaciones son la desobediencia, la rebeldía, el odio. Uno solo sería el remedio a todos los males del pecado: El amor de un Dios que se hace pequeño, se humilla, un Dios que se llega a nosotros, se hace de los nuestros, sufre y muere, para triunfar glorioso en la Resurrección. María, que con Cristo había de aplastar la cabeza del soberbio Luzbel. Única que no fue abnegada en las pestilentes aguas del pecado, participó también de esa sublime humildad de Jesús. María recibe del Ángel un mensaje del Señor, que es llena de gracia y que va a ser Madre del Mesías. Y sólo tiene palabras para exclamar: “He aquí la Esclava del Señor”. Isabel la llama “Bendita entre todas las mujeres”. Y su alma se repliega sobre sí misma y luego prorrumpe en alabanzas al Creador “que ha mirado la bajeza de su Sierva”. En efecto, María presta a Isabel los más humildes servicios durante tres meses. Ella comprende su papel en la salvación durante tres meses. Ella comprende su papel en la salvación, y ora, medita, intercede en el silencio por los que seríamos los verdugos de su Hijo. Luego, aceptará ser nuestra Madre y ¡que de amores y ternuras ha derramado en nuestras vidas! ¡Oh María: Comunícanos esa virtud de la humildad que practicaste durante toda tu existencia y te mereció la corona de Reina que hoy ostentan tus sienes, porque Dios derriba del trono a los soberbios y enaltece a los humildes! María Santificadora, Ruega por nosotros y santifícanos.

Día quinto:

 El mundo ha sido siempre escenario de guerras y odios, de enemistades y venganzas entre los hombres y los pueblos. Dios es la paz perfecta. Quien tiene a Dios goza de la única paz posible en el mundo. Pero paz no quiere decir exención del dolor, al menos en esta vida. Porque Cristo, el príncipe de la paz, fue llamado Varón de Dolores. Pero su alma, inundada del Espíritu Santo era, aun en la tribulación tabernáculo de paz. María, la llena de gracia, el ser humano más vinculado a la Augusta Trinidad, no podía carecer, en grado sumo, de ese don inefable de la paz. Y la iglesia, entre los nombres con que la saluda, la llama Reina de la Paz, Virgen Santa. Nuestras almas y nuestras vidas están llenas de sobresalto y temores, de dudas y remordimientos. Madre Santificadora: Alcánzanos de tu Divino Esposo, nuestro consolador, el don de paz para que apacigüe nuestras tormentas, como se calmaron las tempestades a la voz de Jesús. María Santificadora, Ruega por nosotros y santifícanos.

Día Sexto:

El pecado original desquició al hombre en sus relaciones con Dios, en su equilibrio en todas las actividades, pero donde ha tenido más humillaciones y derrotas es por el recto dominio del cuerpo. Ya en sus orígenes, los hombres se apartaron de Dios por la corrupción de la carne y sobrevino un castigo universal: El diluvio. Sodoma y las otras ciudades de la pentápolis se alejaron de las vías del Señor, pues sus ojos se habían vuelto a esta clase de pecados. Toda la historia está llena de crímenes por el pecado impuro. Hoy el mundo se encuentra en la orgía del materialismo. Los medios de comunicación – televisión, radio, prensa-, han hecho la revolución del pecado contra el sexto mandamiento, y el aire pestilente que producen ha infestado el santuario de la familia, la juventud y la niñez. Hasta la vida religiosa y el mismo sacerdocio han sentido el flagelo de este cáncer mortal. Sólo tú María te viste libre, única en la historia, de esta plaga. Concebida inmaculada, cautivaste la mirada de Dios, que envió a su VERBO Eterno para que, por obra del Espíritu Santo, tomara nuestra naturaleza humana de tu carne y sangre virginal. Mira con bondad de niñez. Santifica por tu Divino Hijo el matrimonio, la vida consagrada a Dios por los votos y el sacerdocio, para santificar el mundo. María Santificadora, Ruega por nosotros y santifícanos.

Día séptimo:
Si el mundo se pierde por la corrupción, la Eucaristía, el pan de vida bajado del Cielo, es semilla eficaz de pureza y de santidad. Moisés, al conversar con Dios en el Monte Sinaí, bajó con el rostro radiante por toda su vida. Quien come el Cuerpo de Cristo, pan bajado del Cielo, vive en Jesús y Jesús en él, lo ha asegurado a sus discípulos y al pueblo. Su palabra, su trato, su compañía, irradia luz pura, despide fragancia de santidad. Y el hombre se hace capaz de realizar grandes ideales en pro de sus hermanos, de los pobres, de los ancianos, de la juventud y la niñez desamparada. Es el vigor, la fortaleza misma de Dios, que reside en el pan vivo y nos lanza a la conquista del mundo para el Señor, así haya que sentir las espinas de la cruz. Madre nuestra: Concédenos tener hambre de Eucaristía para transformarnos en Jesús y transformar por Él al mundo. María Santificadora, Ruega por nosotros y santifícanos.
Día octavo :
La felicidad del paraíso está simbolizada en la Biblia por el jardín bellísimo y por el trato familiar con Dios, todos los días. Cometido el pecado, se rompe la amistad y aquellos diálogos con el Creador terminan. Sin embargo, Dios promete ya desde entonces, el perdón. Y entre los dolores, espinas y abrojos, florece la esperanza. Por la creación, se reanudan los encuentros con el Creador, que luego habla y escucha a los patriarcas, en la promesa de Abrahán, en la escala de Jacob, entre las zarzas y en el Sinaí a Moisés, quien un día escucha el nombre del Señor de sus mismos labios: “YAVE, Dios misericordioso y clemente, lento a la cólera y rico en amor y fidelidad, que perdona hasta la milésima generación de la culpa, el delito y el pecado”. Dios reanuda la amistad con quienes los buscan, y multiplica los signos con quienes lo invocan. Una mirada a la Biblia: La oración llena de fe de Ana, alcanza un hijo en la vejez, que fue el profeta Samuel; aquel muchacho rubio, David, ora antes de atacar a Goliat, y le vence con la honda de pastor; el mismo David, ya rey pecador, reconoce su pecado y levanta a Dios aquel estupendo grito de dolor: “Pequé, Señor, ten piedad de mí según tu gran misericordia”. Y el Señor le perdona. Elías, Daniel y mil más, nos muestran en la antigua alianza, la eficacia de la oración o trato con Dios. En la nueva alianza, es la oración extasiada de una Virgen de Nazaret, la que atrae el Cielo a la tierra, y el VERBO toma carne en sus entrañas. Es la oración poderosa de Jesús, la que devuelve la vida a Lázaro. Y es la que transforma el pan y el vino en su Cuerpo y en su sangre. María, maestra de la oración, enséñanos a orar. María Santificadora, Ruega por nosotros y santifícanos. 

Día Noveno:
Dios restauró en el mundo el fracaso de la humanidad por su Plan de Redención, dándonos en su Hijo la Vida Eterna. Esto se llevó a cabo por la fe y la esperanza en la promesa, y luego por la entrega en el amor. En todo esto, María es el puente entre el Creador y la humanidad, por la maternidad Divina. De ahí provienen todos sus títulos y sus méritos, ya que el Altísimo la creó Inmaculada. Y al dar luego Ella el Si que la realiza como madre, en la visita a Isabel, Cristo santifica con su presencia a Juan El Bautista, aun antes de nacer y María es la portadora de Jesús. María enseña a hablar al que es el Verbo de Dios, que por su palabra iba a anunciar el Reino de los Cielos y a predicar su doctrina nueva, de amor, de perdón, de santificación al mundo. Si María es la Madre del Cuerpo Místico de Cristo, la iglesia de todos los que por divina dignación somos miembros de Jesús. María fue quien nos engendró al tiempo que su Hijo moría en el Calvario. María, la Corredentora, es Santificadora con el Hijo del Hombre que Ella formó en sus entrañas. Virgen Santificadora: Henos aquí, a tus pies, para que esa sangre de tu Hijo nos bañe y purifique, nos haga agradables al Padre, por obra del Espíritu Divino, y podamos llamarte Madre de la Divina Gracia. Porque derramas a manos llenas la vida que nos da Jesús. María Santificadora, Ruega por nosotros y santifícanos Gozos Coro Madre Santa de Jesús, de su fulgor suave aurora. Constituida en la Cruz Virgen Santificadora. Aplastaste con tu Hijo Al enemigo infernal Quebrantaste su cabeza Con tu planta virginal. Virgen, que en dulces Coloquios te mantienes con Tu Dios enséñanos a imitarte En tu confiada oración. Sin pecado Concebida Engendrada antes que el sol Concebiste al que es la vida Fuiste la Madre de Dios. Blanco lirio de pureza Fuente clara cual cristal Nuestros pechos purifica Dantos de tu manantial. Llena de gracia te llama el Enviado de YAVE. ¡Bendita entre las mujeres! Canta tu prima Isabel. Tú, la Madre de la Iglesia Forma sacerdotes santos que Transformen en dulzura Las amarguras y llantos. Tú proclamas ser la sierva: ¡Gran misterio de humildad! El VERBO también se Humilla nace en oscuro portal. Títulos bellos ostentas De los Cielos ¡Oh Señora!: Virgen del Carmen, Loreto, Fátima y Auxiliadora. Santificas el trabajo Con Jesús y San José. Tu casa se vuelve un templo Y un rito hacer de comer. En Chiquinquirá eres Reina, De Colombia Protectora Y en el Alto de la Virgen, Nuestra SANTIFICADORA. Oración a María Santificadora ¡Oh, María Santificadora! El Señor ha dispuesto que por tus manos pasen todos los bienes que ha de repartir a los hombres y para ello te ha confiado todos los tesoros y riquezas de su gracia. ¡Oh, Señor Jesucristo!, medianero nuestro delante del Padre, que nos diste a la siempre Bienaventurada María Santificadora por Madre nuestra y medianera delante de ti, haz que cuantos a ti acudieran para pedirte beneficios, se gocen de haberlo conseguido todo por su medio. Señor Jesucristo: Llama viva de mi corazón. Permíteme gritarte como lo hizo aquella mujer dentro de la multitud: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron”. María, María, María Santificadora: Soy tan pobre y desolado, que lo único que tengo para ofrendarte son mis gemidos y mis lágrimas. Por mis pecados temo morir. ¡Oh Santificadora nuestra!: Fortalece me para no ofender al Padre ni a tu Hijo ni al Espíritu Santo que continuamente mira en mí. ¡Fuente bautismal, seno materno de María!: Bendícenos en el nombre de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo. Así sea. Oración a la Santísima Trinidad Dios Padre Todopoderoso que has enviado el mundo la Palabra de Verdad y el Espíritu de la Santificación, concédeme profesar la fe verdadera, conocer la Gloria de la Eterna Trinidad y adorar su inefable unidad. Dios y Señor nuestro: Tu Hijo prometió su presencia a cuantos se reunieran en su nombre. Haz que lo sintamos ahora presente entre nosotros y que, en la verdad y el amor, experimentemos en nuestros corazones la abundancia de su gracia, de su misericordia y de su paz. Por Jesucristo Nuestro Señor. 
Magníficat

 Mi alma glorifica al Señor. Y mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava. Por tanto, desde ahora me llamarán Bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho en mí cosas grandes Aquél que es Todopoderoso, cuyo Nombre es Santo, cuya misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen. Hizo alarde del poder su brazo. Deshizo los planes del corazón de los soberbios. Derribó del trono a los poderosos. Y ensalzó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos despidió vacíos. Acordándose de su misericordia, acogió a Israel, su siervo, según la promesa que hizo nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, por los siglos de los siglos, Amén.

LAS ENSEÑANZAS DE NUESTRA SANTA MADRE SANTIFICADORA


ENSEÑANZAS DE NUESTRA SANTA MADRE SANTIFICADORA



LA FE:

LA FE ES UNA PERSONALIDAD, CUANDO LA PERSONA SE ENTREGA A DIOS COMPLETAMENTE, AL MISMO TIEMPO SE DESPOJA DE SI MISMO, DE TAL MANERA QUE LAS COSAS QUE DICE Y HACE SABE QUE NO SON SUYAS SI NO QUE VIENEN DE DIOS.
POR ESO NO TEME HABLAR NI ACTUAR PORQUE SABE QUE DIOS ESTA CON ÉL.
LA FE MUEVE A LA PERSONA A HACER LAS MISMAS COSAS QUE JESÚS REALIZO . LA FE ES LA QUE MUEVE A LA PERSONA A DESARROLLAR LOS CARISMAS QUE EL ESPÍRITU SANTO LE PRESTA PARA REALIZAR EL TRABAJO EN LAS ALMAS SANCIÓN: SIN IMPORTAR LA MAGNITUD DE LA ENFERMEDAD,DISCERNIMIENTO, EL APOSTOLADO EL SERVICIO.

FE: PRESENCIA DE DIOS EN TU  ESPÍRITU, DESDE ESTA VIDA TERRENAL PODEMOS VIVEN-CIAR LA PRESENCIA DE DIOS Y DESARROLLAR LOS CARISMAS VIVENCIA LES .
LA FE ES LANZARSE SIN TEMOR Y ENTREGARSE SIN RESERVAS A LOS BRAZOS AMOROSOS DEL PADRE.

LA FE VA MADURANDO A MEDIDA QUE EL HOMBRE O LA MUJER LUCHA Y SUFRE POR AMOR A DIOS EN LA MEDIDA COMO SIENTE ARDER EN CELOS CUANDO VE AMENAZADA LA OBRA SALVADORA DE DIOS, EN LA MEDIDA EN QUE ACEPTA Y VIVE LAS PRUEBAS COMO PUENTE PARA LLEGAR ALA SANTIFICACIÓN . LA FE VA CRECIENDO CUANDO TRAS CADA PRUEBA SE VISLUMBRA LA GLORIA DE DIOS.
POR ESO LA FE ES SIEMPRE PROBADA EN EL SACRIFICIO Y ES ACRISOLADA EN EL MISMO FUEGO DE LA DUDA, DEL DOLOR, DEL RECHAZO DE LOS OTROS , DE LAS CALUMNIAS, DE LAS CONTRARIEDADES.A LA FE SE LLEGA POR UN CAMINO TORTURO SO, FANGOSO, DOLOROSO Y TANTAS VECES DESOLADO POR ESO AUNQUE LOS FRUTOS DE LA FE SON PARA LA COMUNIDAD, PARA DARLES A LOS OTROS, EL HOMBRE TIENE QUE AVANZAR SOLO, EN LA MAS PERFECTA SOLEDAD, CON LA ÚNICA CERTEZA DE DIOS EN EL CORAZÓN SIN ATADURAS , SIN CERTIDUMBRES, SIN SEGURIDADES.

DESATADAS LAS ANCLAS EL ALMA TIENE QUE SUMERGIRSE EN EL INSONDABLE OCÉANO DE DIOS , DE UN DIOS QUE SIEMPRE ES DESCONOCIDO Y MISTERIOSO .QUE NOS DEJA SOLOS PARA QUE APRENDAMOS A ANDAR; Y SER ADULTOS.
LA FE NO PERMITE NI  PREGUNTAS, NI RAZONAMIENTOS, NI CÁLCULOS. EL HOMBRE ES SOLO INSTRUMENTO ARADO EN MANOS DEL AGRICULTOR, PERO FRENTE AL MUNDO ES SEÑOR DE SI MISMO, AUTÓNOMO LIBRE , CON LA PERSONALIDAD DE LA FE, LA FE NOS HACE LIBRES.

LAS 7 AVEMARÍAS DE NUESTRA SEÑORA SANTIFICADORA



MARÍA SANTIFICADORA en sus revelaciones de diciembre de 1988 ha confirmado sus promesas a quienes la invoquen con sus siete avemarías diarias.

1 pediré a mi Hijo amado que le conceda un día mas de vida para que se arrepienta
2 En el ultimo momento de su vida, estaré a su lado AHUYENTANDO el demonio.
3 Todo aquel que este en necesidad y me invoque con las siete avemarías recibirá abundantes bendiciones.
4 El señor Jesucristo prometió a la Santísima Virgen que quienes la invoquen los salvara de la condenación eterna.
5 Librare del fuego del infierno a los que me honren con las siete Avemarías.
6 Aquellos que me invoquen con devoción, me verán momentos antes de su muerte.
7 Dirigiré mi súplica a mi amado Jesús, para que saque de los vicios y las malas costumbres a mis pequeños hijos.
8 A mis preferidos, Los Obispos y Sacerdotes, les daré carismas y dones especiales de santidad para que se conviertan.

9 A mis hijas, las religiosas, les concederé un amor muy grande por mi querido Señor y Dios mio, Jesús en la Eucaristía.

Los quiero tanto como quiero a mi amado Jesús cuando me rezan las siete Avemarías diarias como tanto les he pedido pues con ellas encontraran a mi querido Hijo allá en el cielo.

María Santificadora Ruega por nosotros y santifícanos
Modo de Rezar las Siete Ave Marías
Se recita el  Padre Nuestro (Padre Nuestro que estas en el cielo...) y luego las 7 AVEMARÍAS (Dios te salve María llena eres de gracia....)

DESPUÉS DE LAS 7 AVEMARÍAS

El Gloria al PADRE, Gloria al HIJO y Gloria al ESPÍRITU SANTO. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

JACULATORIA: María Santificadora Ruega por nosotros y santifícanos.











DULCE MADRE NO TE ALEJES, TU VISTA DE NOSOTROS NO APARTES, PERMANECE SIEMPRE A NUESTRO LADO Y SOLOS NUNCA NOS DEJES YA QUE NOS AMAS TANTO COMO VERDADERA MADRE HAZ QUE NOS BENDIGA EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPÍRITU SANTO.
AMÉN.